Durante la crisis sufrida debido al COVID-19, incluso en el punto álgido de la pandemia, a Frigel le resultó fácil estar allí para sus clientes, debido a su presencia internacional en Asia, América y Europa.

Este ha resultado un período histórico en el que muchas empresas han tenido que adaptar su planta de producción varias veces, manteniendo, reiniciando y, en ocasiones, reconfigurando sus infraestructuras. Ante esta situación, han necesitado a sus socios / proveedores más que nunca, pero las restricciones para viajar han marcado la diferencia. Por tanto, tener ingeniería, servicio e incluso distribución local en España y Portugal, es una ventaja competitiva. En ocasiones, durante la crisis, las decisiones de compra se han tenido que tomar literalmente en el último minuto, y estar cerca de nuestro cliente ha sido crucial para poder seguir dándoles el mejor servicio.

La pandemia se ha convertido en una ocasión para que los fabricantes se den cuenta de cómo los sistemas integrados de enfriamiento pueden contribuir realmente a su eficiencia, ya que en un momento en el que muchas empresas vieron disminuir sus volúmenes de facturación y márgenes de ventas, la industria se centró más en la eficiencia del coste de la producción, y  los sistemas de refrigeración integrados son una muy buena respuesta a esta necesidad, porque están sincronizados con las líneas de procesamiento. Esto significa que su consumo sigue la demanda real: es decir, si una línea de producción se para, el sistema de enfriamiento también se para, lo que ahorra energía y dinero mientras que el resto de la fábrica continúa. Cuando la demanda cae y la producción necesita disminuir, el enfriamiento sincronizado funciona acorde, usando, en consecuencia, menos energía.